El cuerpo no libre

Posted in Uncategorized on junio 17, 2010 by Cucha O'laucha

EL CUERPO NO LIBRE

por  TORRENTE



El cuerpo cae libre

luego, sabe que no lo es.


Traigo en cuenta los brazos partidos, cortados

las piernas tatuadas de tajos abiertos, otros cerrados.


La cárcel persiste


El cuerpo encarcelado

es axión y reaxión de un límite sobrepasado

de una sobredosis de conciencia moralista puritana

por que adentro nadie recuerda una ética humana

por que adentro nadie es iwal a otro, como afuera.


El cuerpo encarcelado

se mueve rápido, observa y analiza,

sufre el artilugio del placer de otrxs

cae redondo en un sitio oscuro y pervertido persé.


Cuerpos

Cuerpos pobres

Cuerpos monstruos

Cuerpos violados

Cuerpos ignorados

Cuerpos malos


Sólo cuerpos

para un estado patrimonial% faxo

para una cultura bicentenariamente faxa.


El cuerpo entra a la cárcel asustado y tieso

el cuerpo sale a la calle rabioso y condenado.


¿Y te sientes Orgullosa de ser mujer?

Posted in Uncategorized on May 30, 2010 by Cucha O'laucha

Nunca entendí bien lo que significaba ser mujer y en realidad tampoco estoy demasiado segura de que esto signifique realmente algo. Desde que tengo memoria creo que nunca me he sentido mujer, ni me he visto frente al espejo bajo el signo de aquello que se denomina “lo femenino” y “las mujeres”. No me levanto cada mañana siendo la princesa de un cuento de hadas, ni saltando ágilmente con gracia y elegancia. No sueño las cosas que me dijeron que tenia que soñar, ni me gusta que me digan señorita.

También me pasaba cuando era mas pequeña, que sentía que el mundo estaba mal, que todo en algún minuto iba a reventar, pero hasta ahora no lo ha hecho, y desde esa búsqueda casi de super héroe, fui llegando a las ideas que me corresponden al cuerpo mujer con la conciencia que las cosas deberían mutar, cambiar, o al menos transformarse para que yo y otrxs como yo podamos habitar en el mundo. Fue así que me convertí en feminista, mejor dicho me convirtieron en feminista, lxs otrxs me nombraron, me dijeron que lo era. Pero yo, con ciertos resquemores sorteaba mis prácticas, mi políticas desde el cuerpo tratando de evadir este enunciado que se posa sobre mi. No pasa por un tema de no reconocer la historia del feminismo y de todas las mujeres que han construido este corpus teórico y vivencial desde donde se mira el mundo. Pero ser feminista es solo uno de los ejes desde donde yo veo el mundo. Pero para el mundo como soy mujer y digo las cosas que pienso (mujer con un cuerpo político) se me encajona dentro del feminismo sin que me lo pregunten, es mas nunca me preguntaron si yo me siento mujer o no.

Pero pese a que yo salte sin cuerda, es decir, aun cuando quiera gritarle al mundo que resulta absurdo sentirse orgullosa de ser mujer y posicionar esa sensación como punto de partida del ejercicio político del feminismo, mi cuerpo no cae fuera del margen. Frente a los ojos del mundo pareciera ser que la posición que yo ocupe en relación a mi cuerpo y la forma en que lo nombre, lo sienta, lo vea y lo territorialize, no son suficientes para definir mi propio posicionamiento político. Porque pesan sobre él, elementos que me son ajenos, que funcionan desde lógicas que me exceden, pero que al mismo tiempo me constituyen en función de una serie de criterios bien definidos y siempre dotados de poder a través de la legitimación de eso que ha sido llamado “naturaleza”.

Yo no soy mujer, porque no me nombro bajo ese signo. Renuncio a que me llamen en función de una naturaleza que no me representa. Me niego a estacionarme y a quedarme fijada en un espacio que solo existe en relación a una serie de códigos muy específicos: códigos que caen si se les saca de su espacio de acción.

Yo no quiero que ningún género me contenga, porque la contención es siempre una barrera, una amarra para no caernos al abismo: no hay retorno tras saltar al abismo. Quiero dejarme absorber por el abismo del devenir, de las posibilidades de imaginar. Dejar habitar múltiples géneros en mi, de poder vivenciar mi cuerpo como espacio ilimitado, del sexo desterritorializado, del amor no heterosexual, de estar con amigos mas mujeres que yo y mujeres que no saben si sentirse atraídas hacia mi por ser un gran hombre o ser la chica warra de la disco que va en la caza de hombres heterosexuales con una masculinidad caida del catre.

Porque las estructuras que me nombranon “mujer” cuando nací, hicieron tan bien su trabajo de naturalizar esta identidad sexo-genérica, que por mucho que intente separarme de ella y quitármela de encima, termino por arrastrarla a donde vaya. Peor aun, termina esta por posicionarme políticamente, por abrirme puertas que a otros -producto de esa misma naturalización- se les aparecen forzosamente cerradas.

Y es que solo por una cuestión “natural” se me han abierto las puertas de un mundo que supuestamente se muestra critico frente a las estructuras que norman a los cuerpos, posibilitando su posicionamiento al interior de las lógicas naturalizantes. Solo por ser designada mujer se me han abierto las puertas del feminismo.

Soy mujer… y por tanto -consecuencia logica- puedo llegar a convertirme en feminista. Posicion de excelencia, reservada solo para las elegidas. Supuestamente accesible solo para un poquito menos de la mitad de la población mundial.

Bajo estas lógicas de relacionarme con el mundo del devenir, en que finalmente hay un espacio habitable para mi y mis afectos en los no lugares y no tiempos, desde la posición de que nunca me sentí vulnerada como mujer excepto cuando me crecieron los pechos y los hombres me gritaban cosas en la calle, logro entender bien de lo que se trata el ser feminista, por que parece haber una necesidad de ponerse de acuerdo cuales son las demandas del cuerpo mujer, ponerse de acuerdo en la agenda de este año, cual va a ser el lobby político actual o qué encuentro este año nos va articular y bajo que lógicas. Y es ahí cuando sigo confundiendo la cosa entre este yo mujer supeditado a lo natural de serlo, y la injusticia que mis amigos mas mujeres que yo no puedan ser reconocidos como feministas por que algo les cuelga entre las piernas.

Aun hoy no llego a entender como es posible que un discurso que, desde lo político, se plantea como la antítesis de las estructuras y las violencias que fundan las diferencias impuestas por la norma de los sexos se vea a si mismo como un asunto exclusivamente de mujeres, vaginas y tetas (biomujeres) por que las tetas sintéticas de las trans no son feministas como las tetas que me crecieron y por las que los viejos verdes me gritaban en las calles.

No entiendo cual es el concenso que hay que llegar para transformar, cuales son las políticas que a las mujeres les convienen, si bien son necesarias, pero no me representan ni como mujer, ni como trans, ni como hombre, niña, insurrecta, borde y ñoño, que soy. No me representan las mujeres con lengua puntiaguda y axilas peludas, ni compartir las labores del hogar “con equidad” con las parejas que tengo. Me molesta cuando las mismas mujeres me molestan por que el escote esta mas bajo que de costumbre o por que hoy tiré con tres chicos en una misma noche. No quiero hacerme respetar, sino que de vez en cuando una chica guapa me falte el respeto al acercarse. No quiero tolerancia, por que no la necesito, y no quiero inclusión por que no quiero ser incluida en el mundo que debería haber reventado hace tiempo atrás.